La sensación que transmite Gómez Noya, indiscutible número uno del mundo, es que en pleno año olímpico la distancia que le separa del resto de contendientes es cada vez mayor. Habiéndose entrenado mucho menos que los triatletas australianos y neozelandeses a estas alturas de temporada y, pese a que la prueba de Mooloolaba era clasificatoria para los triatletas oceánicos para los Juegos Olímpicos de Pekín, Gómez Noya ha ganado en las antípodas dando otro golpe de autoridad, dejando la moral de sus rivales cada vez más tocada.
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