martes, 25 de mayo de 2010

En Lanzarote existen los superheroes.

Amanece en Lanzarote. Sale el sol y lo hace asustado. Ha tenido que dejarse ver antes de tiempo para iluminar a más de 1.500 superhéroes. Ver para creer. Se lo aseguro. Es el inicio del Ironman, la prueba más dura del planeta que tiene su capítulo más retorcido en territorio conejero. El reto es apasionante.
Los hombres de hierro no son personas corrientes. Los límites no existen para ellos en el mar y en la tierra. Sólo les falta volar para sentirse diferentes. Son capaces de superar todos los obstáculos, incluso los propios que tiene el cuerpo. La mente puede con todo. La palabra abandono no está dentro de su vocabulario. Es el superarse y estar por encima del bien y del mal. Los hombres de hierro no tienen superpoderes, pero su espíritu de superación abruma.
Algunos finalizaron la prueba cerca de la medianoche después de más de 17 horas sintiéndose de hierro. Parece mentira, pero los abandonos son escasos. El ironman que sobresalió por encima del resto fue, este año, en categoría masculina, Eneko Llanos, vasco y español (La escocesa Catriona Morrison venció al resto de mujeres). Acabar la prueba por debajo de las 9 horas, 8:37.43, es un prodigio. Nadar 3.8 kilómetros, recorrer 180 en bicicleta y cruzar volando la meta, después de otros 42 kilométros a pie, se escapa de los límites físicos del hombre. Parece una temeridad.
Eneko lo logró y no sólo él. Los triatletas profesionales conviven con atrevidos deportistas llegados de todos los rincones del planeta. Hubo récord de participación, otro año más. Unos finalizaron la prueba cerca de la medianoche. Aunque parezca mentira, los abandonos son escasos. El tirar la toalla no está dentro de los hombres de hierro, la mayoría de ellos superhéroes por diversión, que llevan preparando todo el año ese día cuando no están en la oficina.
El ritual de cada año
Lanzarote entiende y disfruta con su Ironman, evento que cumplirá el año que viene dos décadas en territorio canario. Levantarse a las 5 de la mañana para ver el espectacular inicio de la prueba, a las 7, en la Playa Grande del Puerto del Carmen, es un ritual. Lanzarote se vuelca con los triatletas, protagonistas de principio a fin. Los voluntarios y los encargados de la organización, unos 4.000, también forman parte de una aventura que, si no, sería inimaginable.
La experiencia, desde lo ya vivido, es impagable. Los ojos de un servidor nunca pensaron ver a más de 1.500 conscientes nadando cuando el sol todavía estaba quitándose las legañas, ni descubrir el inconfundible y único paisaje conejero al lado de unos hombres que parecen de otro sistema solar en una bicicleta, segundo episodio de su película. Cada pueblo, cada lugar, dio la bienvenida a sus supérheroes, los que una vez al año se aparecen por sus calles. Son los hombres de hierro y les aseguro, que existen y son de carne y hueso.
Felicidades a todos los participantes del IRONMAN LANZAROTE. El año que viene, quien sabe si volveremos a estar por allí. Que recuerdos....

1 comentario:

Xavi GP dijo...

jodé, que recuerdos. y que sufrimiento :-)